Umberto Eco: "Apostillas a El nombre de la Rosa"

El título (de la novela) debe confundir las ideas, no regimentarlas.

El autor debería morirse después de haber escrito su obra. Para allanarle el camino al texto.

Por mi parte, llamaría efecto poético a la capacidad que tiene el texto de generar lecturas siempre distintas, sin agotarse jamás del todo.

Escribí una novela porque tuve ganas. Creo que es una razón suficiente para ponerse a contar. El hombre es por naturaleza un animal fabulador.

Así volví a descubrir lo que los escritores siempre han sabido (y que tantas veces nos han dicho): los libros siempre hablan de otros libros y cada historia cuenta una historia que ya se ha contado.

Para poder inventar libremente hay que ponerse límites.

Tanto Joyce como Eliot me habían enseñado que el arte es la huída de la emoción personal.

Salman Rushdie: "Hijos de la medianoche"

Esa es una nariz para fundar una familia, principito. No había dudas sobre su progenie. Los emperadores mogoles hubieran dado la mano derecha por tener unas narices así. Hay dinastías aguardando ahí dentro (...) como mocos. [Tai, el viejo barquero].

Aprendí: la primera lección de mi vida: que nadie puede mirar al mundo con los ojos todo el tiempo abiertos  .

Una cesta de colada es un agujero en el mundo, un lugar que la civilización ha situado fuera de sí misma, al margen de ella; eso la convierte en el mejor de los escondites.

La realidad es un a cuestión de perspectiva; cuanto más se aleja uno del pasado, tanto más concreto y plausible parece... pero, a medida que uno se acerca al presente, parece, inevitablemente, cada ves más increíble.
Lo que se da mejor en el calor: la fantasía; la insensatez, la lujuria.

... el lenguaje se desvanecía, siendo sustituido por formas de pensamiento universalmente inteligibles que iban mucho más allá de las palabras...

...confundía la moralidad -el deseo de hacer lo que estaba bien- con la popularidad: el deseo, bastante más dudoso, de hacer lo que merecía aprobación.
La mayor parte, la oí de los criados de la hacienda, que encontraban muy natural hablar francamente de una muerte, aunque rara vez decían mucho sobre la vida, porque en la vida todo era evidente.
Una muerte hace que los vivos se vean a sí mismos con demasiada claridad; después de haber estado en su presencia, resultan exagerados.

Todo tiene una forma, si se busca. No es posible escapar a la forma.

¡Vamos a darles a esos hindúes algo en qué pensar! Haremos volar a esos individuos en tantos pedazos que no quedará una puñetera cosa que pueda reencarnarse.

Nos reiteramos, una y otra vez, nuestra alegría al volver a estar juntos; haciendo caso omiso de la verdad más profunda: que éramos como todas las familias, que las reuniones familiares son más agradables en perspectiva qu en realidad, y que llega el momento en que todas las familias deben seguir sus caminos separados.

Arthur Conan Doyle: "El sabueso de los Baskervilles"

Si he puesto esa leyenda por escrito es porque lo que se sabe con claridad aterroriza menos que lo que no pasa de insinuación y barrunto.

Arthur Conan Doyle: "Memorias de Sherlock Holmes"

Lo difícil aquí es desprender el esqueleto de los hechos..., de los hechos absolutos en indiscutibles..., de todo lo que no son sino arrequives de teorizantes y de reporteros.
[Estrella de plata]

Vagabundeamos juntos por espacio de dos horas, en silencio la mayor parte del tiempo, como cumple a dos hombres que se conocen íntimamente.
[La cara amarilla]

... Es preferible la verdad, cualquiera que sea, a una duda indefinida.
[La cara amarilla]

Me temo que, siempre que me explico, no hago sino venderme a mí mismo -dijo Holmes-.
[El escribiente del corredor de Bolsa]

La cosa ocurrió una tarde veraniega, después de tomar el té, y la conversación, que habia ido saltando de una manera inconexa y espasmódica desde las causas del cambio en la oblicuidad de la elíptica, acabó recayendo en la cuestión del atavismo y de las actitudes hereditarias. [Watson]
[El intérprete griego]

Mi querido Watson, yo no puedo estar de acuerdo con las personas que catalogan la modestia entre las virtudes. Para el hombre que discurre con lógica todas las cosas deberían ser tal y como son, y el menospreciarse uno a sí mismo supone un alejamiento de la verdad, lo mismo que la exageración de la propia valía.
[El intérprete griego]

Arthur Conan Doyle. "El signo de los cuatro"

Winwood Rade dice cosas buenas acerca del tema -dijo Holmes-. Hace observar que mientras el hombre, tomad individualmente, es un acertijo insoluble, el conjunto de los hombres se convierte en una seguridad matemática... Esto es lo que dice la Estadística.

-- Sí -me contestó-; llevo dentro de mí elementos para ser un grandioso vago, y también los que entran en la formación de un hombre de actividad extraordinaria. Muchas veces me acuerdo de estas líneas del viejo Goethe: "¡Lástima que la Naturaleza hiciera de tí un hombre solo,  pues tienes madera para que hubiera sacado una persona honrada y un bribón!

Arthur Conan Doyle: "Las aventuras de Sherlock Holmes"

Digo ahora, como dije entones, que toda persona debería tener en el ático de su cerebro el surtido de mobiliario que es probable que necesite, y que todo lo demás puede guardarlo en el desván de su biblioteca, donde puede echarle mano cuando tenga precisión de algo.
[Aventura de las cinco semillas de naranja] 

-- Watson, tiene usted el magnífico don de saber callar -me dijo-. Eso le hace inapreciable como compañero.
[Aventura del hombre del labio retorcido] 

Es un viejo proverbio mío el de que, una vez que se ha conseguido hacer a un lado todo lo que no ha podido ser, todo aquello que sigue en pie tiene que ser la verdad, por muy improbable que resulte.
[La aventura de la diadema de berilo]

-- Experiencia -le dijo Holmes echándose a reir-. La experiencia puede tener para usted un valor indirecto. No tiene sino ponerla en palabras para ganar por todo el resto de su vida fama de excelente compañero.
[Aventura del dedo pulgar del ingeniero]

Patrick Süskind: "El perfume"

Era un maestro en el arte de inspirar tedio y simular torpeza, nunca con tanta exageración como para incitar a burlas o convertirse en blanco de las bromas pesadas de sus colegas del gremio. Lo dejaban en paz y esto era lo que él quería.

Gabriel García Márquez: "El amor en los tiempos del cólera"

Al anochecer, en el instante opresivo del tránsito, se alzaba de las ciénagas una tormenta de zancudos carniceros, y una tierna vaharada de mierda humana, cálida y triste, revolvía en el fondo del alma la certidumbre de la muerte.

En el fondo era un juego de ambos, mítico y perverso, pero por lo mismo reconfortante: uno de los tantos placeres peligrosos del amor domesticado.
El incidente, por supuesto, les dio oportunidad de evocar otros, muchos otros pleitos minúsculos de otros tantos amaneceres turbios. Unos resentimientos revolvieron los otros, reabrieron cicatrices antiguas, las volvieron heridas nuevas, y ambos se asustaron con la comprobación desoladora de que en tantos años de lidia conyugal no habían hecho mucho más que pastorear rencores.

Aprovecha ahora que eres joven para sufrir todo lo que puedas -decía-, que estas cosas no duran toda la vida.

Le recordó que los débiles no entrarían jamás en el reino del amor, que es un reino inclemente y mezquino, y que las mujeres sólo se entregan a los hombres de ánimo resuelto, porque les infunden la seguridad que tanto ansían para enfrentarse a la vida.

... pero nunca había imaginado que la curiosidad fuera otra de las tantas celadas del amor.

Pero no sólo por las prisas y sobresaltos, sino también por su carácter, las cartas de ella eludían cualquier escollo sentimental y se reducían a contar incidentes de su vida cotidiana con el estilo servicial de un diario de navegación. En realidad eran cartas de distracción, destinadas a mantener las brasas vivas pero sin poner la mano en el fuego, mientras que Florentino Ariza se incineraba en cada línea.

Está bien, me caso con usted si me promete que no me hará comer berenjenas.

Si padrino el homeópata, que participaba por casualidad en la conversación, no creyó que las guerras fueran un inconveniente. Pensaba que no eran más que pleitos de pobres arreados como bueyes por los señores de la tierra, contra soldados descalzos arreados por el gobierno.
   - La guerra está en el monte -dijo-. Desde que yo soy yo, en las ciudades no nos matan con tiros, sino con decretos.

Hizo un recorrido largo y minucioso, sin rumbo pensado, con demoras que no tenían otro motivo que el deleite sin prisa en el espíritu de las cosas.

Era todavía demasiado joven para saber que la memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y que gracias a ese artificio logramos sobrellevar el pasado

Lo comprobó con la compasión de los hijos a quienes la vida ha ido convirtiendo poco a poco en padresd de sus padres, y por primera vez se dolió de no haber estado con el suyo en la soledad de sus errores.

Los idiomas hay que saberlos cuando uno va a vender algo (...). Pero cuando uno va a comprar, todo el mundo lo entiende como sea.

... se dejó llevar por su convicción de que los seres humanos no nacen para siempre el dia en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga otra vez y muchas veces a parirse a sí mismos.

... y sólo entonces había comprendido que un hombre sabe cuando empieza a envejecer porque empieza a parecerse a su padre.

A la mierda abanico que es tiempo de brisa.

El problemas del matrimonio es que se acaba todas las noches después de hacer el amor, y hay que volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno.

Infieles, pero no desleales.

El corazón tiene más cuartos que un hotel de putas.

Así, pensaba en él sin quererlo, y cuanto más pensaba en él más rabia le daba, y cuanto más rabia le daba más pensaba en él, hasta que fue algo tan insoportable que le desbordó la razón.

Tenía que enseñarle a pensar en el amor como un estado de gracia que no era un medio para nada, sino un origen y un fin en sí mismo.

No creo en Dios, pero le tengo miedo.

 ,,, y lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites.

Marguerite Yourcenar, "Memorias de Adriano"

Ningún pueblo, salvo Israel, tiene la arrogancia de encerrar toda la verdad en los estrechos límites de una sola concepción divina, insultando así la multiplicidad del Dios que todo lo contiene; ningún otro dios ha inspirado a sus adoradores el desprecio y el odio hacia los que ruegan en altares diferentes.