Benito Pérez Galdós, "Torquemada en la hoguera"

Voy a contar cómo vino el fiero sayón a ser víctima; cómo los odios que provocó se le volvieron lástima, y las nubes de maldiciones arrojaron sobre él lluvia de piedad; caso patético, caso muy ejemplar, señores, digno de contarse para enseñanza de todos, aviso de condenados y escarmiento de inquisidores.

Es Torquemada el habilitado de aquél infierno en que fenecen desnudos y fritos los deudores; hombres de más necesidades que posibles; empleados con más hijos que sueldo; otros ávidos de la nómina tras larga cesantía; militares trasladados de residencia, con familión y suegra por añadidura; personajes de flaco espíritu, poseedores de un buen destino, pero con la carcoma de una mujercita que da tés y empeña el verbo para comprar pastas; viudas lloronas que cobran el Montepío civil o militar y bse ven en mil apuros; sujetos diversos que no aciertan a resolver el problema aritmético en que se funda la existencia social, y otros muy perdisos, muy faltones, muy destornilldos de cabeza o rasos de moral, tramposos y embusteros.

Hombe de composición homogénea, compacta y dura, no podía incurrir en la tontería de estirar el pie más del largo de la sábana. Torquemada no se iba enterando ni poco ni mucho; pero el otro se metía en un laberinto del cual no salía sino callándose.

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