Arthur Conan Doyle. "Historias de la Antigüedad"

El código de César es justo, pero no deja de ser el código de César. [La última legión]

No existe, seguramente, una situación, entre cuantas es capaz de idear la imaginación del hombre, a la que no se haya dado forma y representado en el teatro del mundo. [El gigante Maximino]

... ninguna de las satisfacciones que proporciona el poder se iguale con la del soplo de la brisa y el perfume del ganado en una mañana veraniega. [El gigante Maximino]

... y sus ojos empezaron a escocerles y sus sentidos sintieron mareos en presencia del esplendor y la magnificencia de la que era la mansión más gloriosa de las construídas por los hombres. [El regreso al hogar]

M. Tullius Cicero


Para hablar bien es necesario pensar bien.

John Steinbeck. "Los hechos del rey Arturo y sus nobles caballeros"

Este Merlin era un hombre sabio y sutil con extraños y secretos poderes proféticos, capaz de esos trastornos de lo ordinario y lo evidente que reciben el nombre de magia.

En la lid entre la sabiduría y los sentimientos, la sabiduría nunca triunfa.
Como muchas mujeres crueles y malignas, Margan le Fay conocía las debilidades de los hombres y se mofaba de sus virtudes. Y también sabía que los actos más improbables pueden llevarse a cabo siempre que se los ejecute con firmeza y sin vacilación, pues los hombres, por mucho que sean testigos de lo contrario, creen que la sangre es más espesa que el agua, y que la belleza femenina está reñida con la maldad.
Aceptaban con satisfacción, orgullo y humildad el oficio de hombres en un mundo donde los hombres eran valiosos.

Mucho se contentaron al llegar a la cima de una colina y ver desde allí una planicie alfombrada de hierba y, en sus límites frondosos y distantes, una oscura torre de piedra almenada y fortificada, pues ese sitio, aunque estuviera erizado de peligros, debía albergar formas comprensibles.

Es posible que luche bien porque he luchado con frecuencia [Sir Marhalt]
Al final del camino hay una tumba. ¿Necesitamos precipitarnos hacia ella? No va a dejar de esperarnos.

No sabía diferenciar, no le enseñaron a robar solamente objetos valiosos, como los hombre y mujeres civilizados.

Y allí estaba, llena de conocimientos que no podía utilizar, hasta que, cuando se secó la savia de mi vanidad y se endulzó el veneno de mi furia, en una palabra, cuando pasaron muchos años, descubrí el modo de utilizar esos conocimientos.

¿Qué hombre, en este mundo de hombres, había de admitir que aprendió todo de una mujer?

Si acá llegas a estar cómodo, es porque algo se me pasó.

... quien quiere mandar debe aprender su oficio obedeciendo. Es un viejo refrán, ya lo sé, pero al igual que otros sólo se vuelve cierto cuando lo pones en práctica.

-- Pueden aprender. Sé que es tan paralizante poner la guerra en manos de un soldado como dejar la religión en poder del clero. Pero algún día, un caudillo más interesado en el triunfo que en la ceremonia conducirá a estos hombres... y entonces... se acabaron los caballeros.

Ella había previsto esta respuesta y decidió proceder con cautela, pues sabía que hay hombres que solo pueden caer en trampas diseñadas por ellos mismos.

-- No estoy solo -- dijo Arturo --. Estoy rodeado de perplejidades.

Una cara, un cuerpo, crecen y sufren con su dueño. Tienen las cicatrices y los estragos del dolor y la derrota, pero también el brillo del coraje y del amor. Y, al menos para mí, la belleza es una prolongación de esas cualidades.


Los insustanciales espejismos y los inquietos fuegos fatuos que irradiaban su enigmática luz desde los juncos, eran menos terribles que los forasteros de su propia especie, pues en esta tierra miserable la única propiedad que conocían los seres humanos eran otros seres humanos.

-- Una piedra de granito capaz de quebrar un martillo por su dureza puede ser desgastada por la erosión de minúsculos granos de arena. Un corazón capaz de afrontar los golpes más adversos del destino puede ser erosionado por los pinchazos de los números, el acecho de los días, las sordas fruiciones de la pequeñez, de la importante pequeñez.

Es una mala señal, un indicio de insatisfacción, que la gente se dedique tanto a predecir la fortuna y cosas semejantes.

Arthur Koestler. "Espartaco"

-- Dios creó el mundo en cinco días, pues tenía mucha prisa. Como consecuencia de esa prisa, muchas cosas salieron mal, y al sexto día, cuando tuvo que crear al hombre, estaba enfadado, tal vez cansado, y lo llenó de maldiciones. Sin embargo, la peor maldición es que el hombre debe andar por la senda del mal para alcanzar el bien y la justicia, que debe tomar desvíos y caminar por rutas torcidas para alcanzar un objetivo justo. Sin embargo, te repito que para lo que ha de venir necesitas otros consejeros.

Es bien sabido que el azar interviene con frecuencia allí donde la sensatez del proyecto ha dejado un hueco, y el hecho de que todas las guerras estén basadas en la fuerza más que en la sensatez de un proyecto explica por qué el azar desempeña un papel preponderante en este ámbito en particular.

... la experiencia pasada se desvanece rápidamente en la memoria del hombre, y cuanto más trágica es esta experiencia, más rápido se devora a sí misma sin dejar rastros.

... y ya se sabe que un sentimiento de seguridad despeja la mente y deja sitio para todo tipo de ideas y razonamientos.

Pero al hombre no le está permitido modelar la forma de su existencia al margen del sistema, las circunstancias y las leyes de su época.


... por prodigioso que sea el don del conocimiento, tiene poco poder real sobre los hechos.

POST SRIPTUM: 

Espartaco fue víctima de la "ley de los desvíos", que exige a un dirigente en la senda hacia la utopía "actuar despiadadamente en aras de la misericordia".

Gracias a na especie de selección natural, todo movimiento espotáneo acaba adoptando la ideología o la mística que mejor se aviene a sus propósitos.

Georges Duby. "Leonor de Aquitania y María Magdalena"

... a mediados del siglo XII la Iglesia acababa de hacer del matrimonio uno de los siete sacramentos, a fin de asegurar su control.

Purifucar la Iglesia secular después de la monástica e imponerle la moral de  los monjes tenía por objeto repartir a los hombres -y digo bien a los hombres- en dos categorías: por un lado aquéllos a quienes está rigurosamente prohibido el uso de las mujeres; del otro, aquéllos que deben poseer una, pero una sola y legítima y que, por eso, forzosamente mancillados, se sitúan en la jerarquía de méritos por debajo de los asexuados y, por consiguiente, están sometidos a su poder.

William Faulkner. "Humo"

Y es propio de la naturaleza humana confiar antes en quienes no saben depender de sí mismos.

... quien había vivido lo suficiente para saber que el apremio de cualquier actividad existe tan sólo en la febril mente de ciertos teóricos que no tienen actividades propias.

Stevens se puso a hablar una vez más del hábito de fumar: de cómo la gente no disfruta verdaderamente del tabaco hasta que comienza a creer que le hace daño, y cómo los no fumadores pierden una de las experiencias más gratas de la vida para un hombre sensible: el conocimiento de estar sucumbiendo a un vicio que sólo lo puede dañar a él.

Rafael Dieste. "Camino de Santiago y otros relatos"

-- Las gentes simples me llaman el diablo.
-- Sí, las gentes, simples o dobles, son muy dadas a poner motes.
[El libro blanco]

... lo mismo que los caballos deben saber mucho de las batallas.

Pero ésta, por ser comedia de verdad, teníales más atónitos.
[La asegurada]

En fin, siguieron sudando, y como los caminos son caminos, llegaron.
[Camino de Santiago]

Son corazones de diamante, hechos de certeza y de agua clara. Resisten.
[Camino de Santiago]

Vladimir Nabokov. "La veneciana"

El rasgo distintivo de todo lo existente es su monotonía. Consumimos el alimento a horas fijas, porque los planetas, como trenes que nunca se retrasan, salen y llegan a horas determinadas de antemano.

Benito Pérez Galdós, "Torquemada en la hoguera"

Voy a contar cómo vino el fiero sayón a ser víctima; cómo los odios que provocó se le volvieron lástima, y las nubes de maldiciones arrojaron sobre él lluvia de piedad; caso patético, caso muy ejemplar, señores, digno de contarse para enseñanza de todos, aviso de condenados y escarmiento de inquisidores.

Es Torquemada el habilitado de aquél infierno en que fenecen desnudos y fritos los deudores; hombres de más necesidades que posibles; empleados con más hijos que sueldo; otros ávidos de la nómina tras larga cesantía; militares trasladados de residencia, con familión y suegra por añadidura; personajes de flaco espíritu, poseedores de un buen destino, pero con la carcoma de una mujercita que da tés y empeña el verbo para comprar pastas; viudas lloronas que cobran el Montepío civil o militar y bse ven en mil apuros; sujetos diversos que no aciertan a resolver el problema aritmético en que se funda la existencia social, y otros muy perdisos, muy faltones, muy destornilldos de cabeza o rasos de moral, tramposos y embusteros.

Hombe de composición homogénea, compacta y dura, no podía incurrir en la tontería de estirar el pie más del largo de la sábana. Torquemada no se iba enterando ni poco ni mucho; pero el otro se metía en un laberinto del cual no salía sino callándose.

Antonio Tabucchi. "Los últimos tres días de Fernando Pessoa"

Mora alzó una mano y dijo: Phlebas el fenicio, muerto hace quince días, olvidó el clamor de las gaviotas y el hincharse del hondo mar para para hablarme de tu suerte, oh, gran Fernando. Sé que te aguardan las aguas del Aqueronte y después el torbellino furibundo de los átomos en los cuales todo se dispersa y todo se recrea, y tú quizá retornes a los jardines de Lisboa como flor que florece en abril, o tal vez en forma de lluvia sobre los lagos y sobre las lagunas de Portugal, y yo, mientras pasee, escucharé tu voz traspasada por el viento.

Amado. "Memorias de un niño"

En la literatura y en la vida, me siento cada vez más distante de los héroes y de los líderes y más próximo a aquellos a quienes todos los regímenes políticos y todas las sociedades desprecian, repelen y condenan.
La herejía es siempre activa y constructora, abre caminos nuevos. La ortodoxia envejece y pudre las ideas y los hombres.
La larga y dura experiencia me enseñó, con el paso de los años, la importancia de pensar con la propia cabeza. Por pensar y actuar conforme a mi cabeza, pago un precio muy alto, blanco del tiroteo de todas las ideologías, de todos los radicalismos ortodoxos. Precio muy alto y, aún así, barato.
¿No serán quizá las ideologías la desgracia de nuestro tiempo? ¿El pensamiento creador anegado, ahogado por las teorías, por los conceptos dogmáticos, el avance del hombre frenado por supuestas reglas inmutables?
Sueño con una revolución sin ideología, en la que el destino del ser humano, su derecho a comer, a trabajar, a amar, a vivir la vida plenamente, no esté condicionado por el concepto expresado e impuesto por una ideología, cualquiera que sea. ¿Un sueño absurdo? No hay derecho mayor y más inalienable que el derecho a soñar. El único derecho que ningún dictador puede recortar ni suprimir.

Gonzalo Torrente Ballester. "Farruquiño"

... pensó que la libertad es siempre buena, llegue por donde llegue, y procurar ahogar las pocas penas que la viudez pudiera haberle ocasionado metiéndose en nuevos líos.

Erich Maria Remarque. "Sin novedad en el frente"

Al soldado, su estómago y digestión le resultan un terreno más familiar que a cualquier otra persona. Las tres cuartas partes de su vocabulario provienen de él...

Durante diez semanas recibimos instrucción militar, y en ese tiempo nos formamos de un modo más decisivo que en diez años de escuela. Aprendimos que un botón reluciente es más importante que cuatro volúmenes de Schopenhauer. Al principio, sorprendidos; luego, indignados y finalmente indiferentes, constatamos que lo decisivo no parecía ser el espíritu sino el cepillo de las botas, no el pensamiento sino el sistema, no la libertad sino la rutina.

Al cabo de tres semanas ya no nos resultaba inconcebible que un cartero con galones tuviera más poder sobre nosotros que el que antes poseían nuestros padres, nuestros profesores y todos los círculos culturales juntos, de Platón a Goethe.

Nos endurecimos y nos volvimos desconfiados, despiadados, vengativos, groseros..., y nos fue bien; eran precisamente esas cualidades las que nos faltaban.

La línea de los labios ha desaparecido, la boca parece mayor, le sobresalen los dientes como si fueran de yeso. La carne se funde, la frente se curva cada vez más, los pómulos se afilan. El esqueleto se abre paso desde dentro. Los ojos ya empiezan a hundirse. Dentro de una horas habrá terminado todo. No es el primero que veo en ese estado; pero crecimos juntos, por eso es distinto. Le copiaba los exámenes.

-- Mira, si adiestras a un perro a comer patatas y luego le echas un pedazo de carne, a pesar de todo lo cazará al vuelo, porque eso forma parte de su naturaleza. Si das a un hombre un poco de poder, hará lo mismo; lo cazará al vuelo. Es muy natural, porque ante todo el hombre no es más que una bestia, y después recibe una capa de decencia, como si se rebozara una croqueta. El ejército se basa en eso, que uno siempre posea el poder sobre los demás.

De repente, cuando comienzan a estallar los obuses, una parte de nuestro ser retrocede miles de años. Es el instinto de la bestia que despierta en nosotros, el que nos guía y nos protege. No es consciente, es mucho más rápido, más seguro, más infalible que la consciencia.

Cuando se han visto tantos cadáveres, no se comprende que uno solo cause tanto dolor.

Soy joven, tengo veinte años, pero no conozco de la vida más que la desesperación, el miedo, la muerte y el tránsito de una existencia llena de la más absurda superficialidad a un abismo de dolor. Veo a los pueblos lanzarse unos contra otros, y matarse sin rechistar, ignorantes, enloquecidos, dóciles, inocentes. Veo a los más ilustres cerebros del mundo inventar armas y frases para hacer posible todo eso durante más tiempo y con mayor refinamiento.