John Steinbeck. "Los hechos del rey Arturo y sus nobles caballeros"

Este Merlin era un hombre sabio y sutil con extraños y secretos poderes proféticos, capaz de esos trastornos de lo ordinario y lo evidente que reciben el nombre de magia.

En la lid entre la sabiduría y los sentimientos, la sabiduría nunca triunfa.
Como muchas mujeres crueles y malignas, Margan le Fay conocía las debilidades de los hombres y se mofaba de sus virtudes. Y también sabía que los actos más improbables pueden llevarse a cabo siempre que se los ejecute con firmeza y sin vacilación, pues los hombres, por mucho que sean testigos de lo contrario, creen que la sangre es más espesa que el agua, y que la belleza femenina está reñida con la maldad.
Aceptaban con satisfacción, orgullo y humildad el oficio de hombres en un mundo donde los hombres eran valiosos.

Mucho se contentaron al llegar a la cima de una colina y ver desde allí una planicie alfombrada de hierba y, en sus límites frondosos y distantes, una oscura torre de piedra almenada y fortificada, pues ese sitio, aunque estuviera erizado de peligros, debía albergar formas comprensibles.

Es posible que luche bien porque he luchado con frecuencia [Sir Marhalt]
Al final del camino hay una tumba. ¿Necesitamos precipitarnos hacia ella? No va a dejar de esperarnos.

No sabía diferenciar, no le enseñaron a robar solamente objetos valiosos, como los hombre y mujeres civilizados.

Y allí estaba, llena de conocimientos que no podía utilizar, hasta que, cuando se secó la savia de mi vanidad y se endulzó el veneno de mi furia, en una palabra, cuando pasaron muchos años, descubrí el modo de utilizar esos conocimientos.

¿Qué hombre, en este mundo de hombres, había de admitir que aprendió todo de una mujer?

Si acá llegas a estar cómodo, es porque algo se me pasó.

... quien quiere mandar debe aprender su oficio obedeciendo. Es un viejo refrán, ya lo sé, pero al igual que otros sólo se vuelve cierto cuando lo pones en práctica.

-- Pueden aprender. Sé que es tan paralizante poner la guerra en manos de un soldado como dejar la religión en poder del clero. Pero algún día, un caudillo más interesado en el triunfo que en la ceremonia conducirá a estos hombres... y entonces... se acabaron los caballeros.

Ella había previsto esta respuesta y decidió proceder con cautela, pues sabía que hay hombres que solo pueden caer en trampas diseñadas por ellos mismos.

-- No estoy solo -- dijo Arturo --. Estoy rodeado de perplejidades.

Una cara, un cuerpo, crecen y sufren con su dueño. Tienen las cicatrices y los estragos del dolor y la derrota, pero también el brillo del coraje y del amor. Y, al menos para mí, la belleza es una prolongación de esas cualidades.


Los insustanciales espejismos y los inquietos fuegos fatuos que irradiaban su enigmática luz desde los juncos, eran menos terribles que los forasteros de su propia especie, pues en esta tierra miserable la única propiedad que conocían los seres humanos eran otros seres humanos.

-- Una piedra de granito capaz de quebrar un martillo por su dureza puede ser desgastada por la erosión de minúsculos granos de arena. Un corazón capaz de afrontar los golpes más adversos del destino puede ser erosionado por los pinchazos de los números, el acecho de los días, las sordas fruiciones de la pequeñez, de la importante pequeñez.

Es una mala señal, un indicio de insatisfacción, que la gente se dedique tanto a predecir la fortuna y cosas semejantes.

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