Eduardo Mendoza: "La isla inaudita"

... más negro que los cojones de un grillo.

Si toma mucho podrá encender puros a eructo limpio.

Hay que ser ingenuo como un americano para pensar que el pasado es un objeto encontrable.

¿O cree usted que la belleza es como un pastel, que va menguando a medida que se consume? Vamos, usted confunde lo bello con lo novedoso. No sea estúpido: siempre se puede avanzar en la contemplación de la belleza; sólo es cuestión de querer. Haga la prueba y verá cómo agradece mi consejo. No pierda tiempo: viva su vida y reflexione y si después de eso aún le queda tiempo libre, lea. Es la recomendación de un hombre viejo.

Otra tradición que se extingue, pensó: la eterna cantinela. Toda su vida había estado viendo los últimos estertores de tradiciones que declinaban y se perdían: era evidente que le había tocado vivir una época de transición. Ahora, sin embargo, se preguntaba si esta transición sería un estado permanente de las cosas y si lo que por inercia todos llamaban tradición no sería algo habitual y anodino que, llegado el término de su utilidad, empezaba a descomponerse de acuerdo con su propia naturaleza, siendo entonces esta descomposición parte de su propia razón de ser, una manirestación más de su propia utilidad.


Quizá lo que me ocurre en realidad es esto: que toda mi vida he sido un soñador, pensó.

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