Jorge Luis Borges: "El inmortal"

Ignoro si creí alguna vez en la Ciudad  de los Inmortales: pienso que entonces me bastó la tarea de buscarla.

Homero compuso la Odisea; postulado un plazo infinito, con infinitas circuns-tancias y cambios, lo imposible es no componer, siquiera una vez, la Odisea.

Entre los corolarios de la doctrina de que no hay cosa que no esté compensada por otra, hay uno de muy poca importancia teórica, pero que nos indujo, a fines o a principios del siglo X, a dispersarnos por la faz de la tierra. Cabe en estas palabras: Existe un río cuyas aguas dan la inmortalidad; en alguna región habrá otro río cuyas aguas la borren". El número de ríos no es infinito; un viajero inmortal que recorra el mundo acabará, algún día, por haber bebido de todos. Nos propusimos descubrir ese río.

No hay cosa que no esté como perdida entre infatigables espejos. Nada puede ocurrir una sola vez, nada es precisamente precario. Lo elegíaco, lo grave, lo ceremonial, no rigen para los Inmortales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario