Víctor Hugo: "Nuestra Señora de París"

..., pues es imposible transmitir al lector la idea de aquella nariz piramidal, de aquella boca de herradura, de aquel ojo izquierdo, tapado por una ceja rojiza e hirsuta, mientras que el derecho se confundía totalmente tras una enorme berruga, o aquellos dientes amontonados, mellados por muchas partes, como las almenas de un castillo, aquel belfo calloso por el que asomaba uno de sus dientes, cual colmillo de elefante; aquel mentón partido y sobre todo la expresión que se extendía por todo su rostro con una mezcla de maldad, de sorpresa y de tristeza. Imaginad, si sois capaces, semejante conjunto.

Mas bien toda su persona era una pura mueca. Una enorme cabeza erizada de pelos rojizos y una gran joroba entre los hombros que se proyectaba incluso hasta el pecho. Tenía una combinación de muslos y de piernas tan extravagante que solo se tocaban e las rodillas y, además, mirándolas de frente, parecían dos hojas de hoz que se juntaran en los mangos; unos pies enormes y unas manos monstruosas y, por si no bastaban todas esas deformidades , tenía también un aspecto de vigor y de agilidad casi terribles; era, en fin, algo así como una excepción a la regla general, que supone que, tanto la belleza como la fuerza, deben ser el resultado de la armonía. Ese era el papa de los locos que acababan de elegir; algo así como un gigante roto y mal recompuesto.

Aparece aquí y resulta que es jorobado; se echa a andar y es patizambo; te mira y es tuerto; le hablas y es sordo. ¿Pues cuando habla este Polifemo?

No todo consiste en querer...; la buena voluntad no añade ninguna cebolla a la sopa y no sirve más que para ir al paraíso y el paraíso nada tiene que ver con el hampa.

Te he visto desnudar y manipular medio desnuda por la manos infames del verdugo. Y vi tu pie, ese pie al que hubiera querido, por un imperio, besar un a sola vez y morir; ese pie bajo el que yo habría experimentado tanta felicidad si me pisara la cabeza, lo vi preso en aquella horrible bota que convierte los miembros de un ser vivo en un amasijo sangrante.

Amarla con todas las fuerzas de su alma; saberse presto a dar su sangre por la más pequeña de sus sonrisas; su reputación, su salvación, la inmortaliad, la eternidad, esta vida y la otra; lamentar no haber sido rey, genio, emperador, arcángel o dios para someterse a sus pies como el menor de sus esclavos.

Me voy contigo al infierno si vienes de allí. El infierno en donde estés será mi paraíso, pues tu presencia es más encantadora que la de Dios.

   - ¿Pues qué tenéis entonces para aferraros tanto a la vida?
   - ¡Cómo! ¡Mil razones!
   - Decid cuáles son, por favor.
   - ¿Cuáles?; el aire, el cielo, la mañana, la noche, el claro de luna, mis buenos amigos los truhanes, los buenos ratos pasados con las mozas, los bellos monumentos de París que estoy estudiando, los tres libros que tengo empezados, uno de los cuales va contra el obispo y sus molinos, y ¡yo qué sé cuántas cosas más! Anaxágoras decía que estaba en el mundo para admirar el sol. Además tengo la suerte de pasar todos mis días, de la mañana a la noche, con un hombre de ingenio que soy yo y me resulto muy agradable.

   - Hace bien en arrastrarse por el suelo, pues los reyes son como el Júpiter de Creta, sólo tienen oídos en los pies.

Eduardo Mendoza: "La ciudad de los prodigios"

 ... todo ello entre ordenes y contraórdenes, gritos, pitidos, relinchos, rebuznos, ronquido de calderas, estrépito de ruedas, rechinar de hierros, retumbar de piedras, repicar de tablas y entrechocar de herramientas, como si en aquel punto se hubieran dado cita todos los locos del país para dar rienda suelta a su vesanía.

Sólo dos cosas me hacen sentir alcalde, decía él: gastar sin freno y hacer el bandarra.

La idea de ganarse la confianza ajena sin dar a cambio la suya le parecía el colmo de la sabiduría.

Pablo se ofendía con facilidad, le llevaba la contraria por sistema y se empeñaba en tener siempre la razón, tres síntomas inequívocos de debilidad de carácter.

Yo contigo no discuto, dijo el oficial; sólo te digo ésto: ahora me voy a mear. Si cuando vuelvo aún estáis aquí, al oso lo fusilo, a los hombres os mando a trabajos forzados y a las mujeres les corto la cabeza al rape. Tú sabrás lo que os conviene.

Se es amable sin motivo. Si hay motivo, ya no es amabilidad, sino interés.

... pues el Rey no podía descender a decir: ya de esto no necesito, lo que podría implicar por una parte necesidad de ahorro y por la otra el reconocimiento de haber necesitado algo en alguna ocasión.

El era ajeno al interés que despertaba: procuraba pasar inadvertido, no sabía aún que la inteligencia es tan difícil de ocultar como la falta de ella, creía de buena fe que nadie se había fijado en él.

Toda la sociedad se asienta sobre estos cuatro pilares, pensó, la ignorancia, la desidia, la injusticia y la insensatez.

... por primera vez en su vida se veía a sí mismo con cariño: esto le permitía reírse de sus propias tribulaciones.

Charles Dickens: "Historia en dos ciudades

Es un hecho maravilloso y digno de reflexión que todo ser humano esté constituido de modo que resulte un secreto profundo y también un misterio para los demás.
No porque eso sirviera, en lo más mínimo, para prevenir los delitos, y aun habría podido observarse que el hecho [la pena de muerte] producía efectos absolutamente contrarios, pero tenía la ventaja de solucionar de una vez para siempre, en lo que respecta a este mundo, la molestia de cada caso particular, y no dejaba cosa alguna relacionada con el asunto que pudiera ocasionar nuevo trabajo.

"Lo que es, es justo", aforismo que podría ser tan definitivo como perezoso, si no incluyese una conturbadora consecuencia, o sea que nada de lo que no ha existido es injusto.

Lo que yo supongo, es hijo de mis propias reflexiones.

Albert Cohen: "Bella del Señor"

Ambos comensales, relucientes los rostros, trasegaron a más y mejor y disfrutaron con el cassoulet y los callos, alegremente alternándolos, sonrisas sin número intercambiando, festivamente cantando y amistad eterna jurándose.

- Vamos, amigo -exclamó Comeclavos abrazándolo-, ¡bebamos con el corazón impávido y aprovechemos lo que nos resta por vivir! ¡Mal haya de las discriminaciones raciales! ¡Y hasta estoy dispuesto a cantar loores al señor Jesús, hijo de doña María, a condición de que a tu vez, buen Hippolyte, cantes loores al señor Moisés, amigo íntimo de Dios! En fin, ¡que vivan los cristianos que tienen sus cosas buenas! Y ahora, de religiones distintas, pero amigos jurados hasta la muerte, bebamos y cantemos y besémonos gentilmente pues hoy es día de fiesta y la amistad es la sal de la vida.

La nobleza es cuestión de vocabulario.

El que sonríe manifiesta al homínido de enfrente que es pacíico, que no le morderá con sus dientes, y, como prueba de ello, se los muestra, inofensivos. Mostrar los dientes y no utilizarlos para atacar se ha convertido en saldos de paz, en señal de bondad, para los descendientes de los brutos del cuaternario.

... siempre de charla que cualquiera dirías que la han vacunado con una aguja de gramófono.
... la que tiene una boca que parece un horno, menos mal que están las orejas para pararla cuando se le abre.

- Sobriamente resumidos mis principales argumentos, paso de la filípeica a la perorata, con cambio de registro y desviación hacia la ternura.

- Es el exordio, apresto necesario y parte indispensable de un discurso, médula de la elocuencia y estructura fundamental del arte oratorio.

- Compadres, esto es una hoja de buena ley, y muy puntiaguda en lo que atañe a su punta. Conocerá su talante en la tripa quienquiera ose seguirme con ánimo de espiar mi misteriosa misión.

... la garbosa dijo que no bien pudiese escapar de la vigilancia de su calamitoso de pez y alquitrán, se pondría en comunicación mañana con su precioso por medio del conducto de las palabras a fin de que pudiesen gozar juntos de sus cuerpos en lecho de seda.

... utilizó palabras de gran decencia y poesía, pero yo os digo lo que anidaba en la profundidad de su magín.

La gente que odia en comandita se ama.

Joseph Conrad: "Nostromo"

Poseía en alto grado el don del trato social, que consiste en olvidarse de sí mismo en una infinitud de delicados pormenores y en adaptarse al genio de los demás.

... sencillamente se limitó a obrar y pensar ante ella. Es el procedimiento de la verdadera sinceridad.

La verdadera ternura de una mujer, como la verdadera virilidad de un hombre, se expresan por un comportamiento que se conquista generales simpatías.

El plan que habían concebido contenía una vaga idea de rehabilitación; y la circunstancia de ser tan vaga, que no permitía apoyarla en ningún género de razonamientos, contribuía a robustecerla.

No es extraño que merodeen bandidos en el campo cuando en el gobierno de la capital no hay más que ladrones, petardistas y macacos sanguinarios.

... había quedado arruinado en todas las formas, pero un hombre dominado apasionadamente por una idea no es un fracasado en la vida.

Isaac Newton: "Principia"

No sé lo que parecerá a los ojos del mundo, pero a los míos es como si hubiese sido un muchacho que juega en la orilla del mar, y se divierte de tanto en tanto encontrando un guijarro más pulido o una concha más hermosa, mientras el inmenso océano de la verdad se extendía, inexplorado, frente a mí.

Robert Graves: "Claudio, el dios"

Detesto la oratoria forense. Si un hombre no puede presentar su caso en forma breve y lúcida, trayendo los testigos necesarios y absteniéndose de parloteos impertinentes en cuanto a la nobleza de sus antepasados, la cantidad de parientes empobrecidos que dependen de él, la demencia y la sabiduría del juez, las duras tretas que el destino le ha jugado, la mutabilidad de la fortuna humana y toda esa rancia y tonta acumulación de triquiñuelas, merece el máximo castigo de la ley por su deshonestidad, su simulación y su derroche del tiempoi público.

Sabía que tenían que ser Cástor y Polux en persona, disfrazados, porque, como se sabrá, ellos y su hermana Helena fueron empollados del mismo huevo de yema triple que puso Leda después de haber sido cortejada por Júpiter en forma de cisne.

Hay muchas maneras de matar a un gato -repliqué-, aparte de golpearlo con una cuchara de cuerno, porque eso puede terminar con la rotura de la cuchara.

Caballeros -estallé furioso-, como solía decir el dios Augusto: "Es posible que un rábano no sepa griego, pero yo sé".

Romanos, que lengua alguna entre vosotros se agite ni voz ninguna ruja en vano. [Discurso de Claudio a sus tropas en Britania].

En general, si un hombre es adorado como un dios, pues e un dios. Y si un dios deja de ser adorado, ya no es nada.

TIBERIO CLAUDIO DRUSO NERÓN CÉSAR AUGUSTO GERMÁNICO BRITÁNICO, Padre de la Patria, Sumo Pontífice, Protector del Pueblo, Cónsul, al Senado, al Pueblo y a los aliados de Roma, salud.