El título (de la novela) debe confundir las ideas, no regimentarlas.
El autor debería morirse después de haber escrito su obra. Para allanarle el camino al texto.
Por mi parte, llamaría efecto poético a la capacidad que tiene el texto de generar lecturas siempre distintas, sin agotarse jamás del todo.
Escribí una novela porque tuve ganas. Creo que es una razón suficiente para ponerse a contar. El hombre es por naturaleza un animal fabulador.
Así volví a descubrir lo que los escritores siempre han sabido (y que tantas veces nos han dicho): los libros siempre hablan de otros libros y cada historia cuenta una historia que ya se ha contado.
Para poder inventar libremente hay que ponerse límites.
Tanto Joyce como Eliot me habían enseñado que el arte es la huída de la emoción personal.